viernes, 30 de marzo de 2012

MARÍA DE LOS ÁNGELES



No estoy segura de si este era realmente su nombre, podría ser Ángela. Pequeña, morena, con cierta melena, los ojos profundos, tristes, oscuros. Todo en ella era ternura y desamparo. Nunca mostró un gesto afectuoso al estilo de Miguel, pero al verla tan ensimismada y desvalida me daban ganas de colmarla de consuelo, sin atreverme por temor a romperla.

Con ella aprendí el valor del olvido. Estaba empeñada en olvidarlo todo, a pesar de mis continuos esfuerzos para que recordase las vocales y las enlazase con las consonantes Supe posibilidades para una A inimaginables, infinitas. La A se puede ver desde muchos puntos de vista. Se puede hacer muchas cosas con una A, las hay por todas partes, se puede hacer maravillas buscándolas y cuando las encuentras puedes pintarlas, coserlas, picarlas, rodearlas, rellenarlas de plastilina, de papeles, de bolitas; puedes clasificarlas...miles de letras A.

Entonces, por fin, sabía que aquello era una A de ÁNGELA, AVISPA, AMOR, AMIGO, ANIMAL, ASUSTADA, ABUSO, ASCO...Entonces pasabamos a otra letra, a otro sonido y hacíamos la misma operación de buscar, encontrar, rodear, pintar, picar, coser, colorear...Pero ya no había A en su memoria.

Resultaba muy curioso semejante capacidad de olvido. Las barajas las leíamos muchas veces, muchas veces pasaban delante de su vista las silabas que contenían A, los otros las sabían, las escribían, y ella lo  olvidaba todo, con lo que resultaba imposible construir nada en su cabeza. Te miraba con sus ojos profundos, tristes y oscuros, como si estuviese ausente y no pudieses llegar a ella, como si algo  feo hubiese impreso una negra huella en su alma blanca y frágil. Pasaba el tiempo y los progresos que en otros eran evidentes, en ella solo llegaban a intentos.

Alguien vino un día y comenté esta cualidad que impedía cualquier aprendizaje, este hacer y deshacer continuo. Y entonces supe la causa de su tristeza, y del horror que no puede expresarse con palabras. No encontré historia más triste que la suya. Olvidar era su modo de vivir.

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