martes, 27 de marzo de 2012

EL PERRO DE CAZA


Él era un amante de la caza.Tenía perro, escopeta, cartuchos, equipo, colegas, juergas,etc. Ella estaba muy hartita de que sacrificase los pocos momentos disponibles para compartir la crianza de sus hijas por semejante afición. Las peleas eran feroces y sin llegar a ningún acuerdo. De vez en cuando se moría o se escapaba el perro. Pena por el perro, dichosa ella, ilusa al pensar que sin perro se acababa la caza. Detrás de un perro viene otro porque siempre hay amigos consoladores que regalan un perro de caza como quien remedia el hambre más famélica.

Ella procedía de una casa en la que no había cazadores ni pescadores. Lo de la pesca tenía cierto encanto por lo de ser paciente y esperar tranquilamente sentada mientras pican o no. Algún amigo de su padre traía las truchas, bogas o lo que fuese, porque en su casa ya debían estar hartos. Más bien les daba por la música, o alguno, amante del sacrificio y la salud, se dedicaba al ciclismo. Pero, en general, eran amigos de las reuniones familiares, comidas más o menos pantagruélicas, partidas de cartas, contar historias o chistes, tocar la guitarra y cantar. En la casa de él, su padre era un consumado cazador que cuidaba un hurón con el que conseguía conejos en abundancia.

Transcurrieron los años. Las hijas crecieron. Parecía que lo de la caza había pasado ya de largo y que nunca más se produciría un tropiezo por semejante motivo. El dichoso perro, y lo que significaba tenerlo, ya no formaba parte de sus vidas. Otras actividades como plantar castaños, nogales , cerezos bravos, árboles frutales, ornamentales, poner fresas, cultivar un huerto, arreglar una ruina de casa heredada, hacer tareas útiles, era su pasatiempo común.

Él no le dijo nadita del dichoso animal. Esperó a que lo viese por sí misma. Allí estaba, en la perrera, moviendo el rabo todo lleno de razón, como si su presencia fuese lo más natural. Ella vio un animal magnífico, blanco con pintas negras, como un dálmata, pero peludo, la cabeza grande, los ojos tristes y suplicantes.

Ella misma dijo:

-¿Por qué no lo sacamos a pasear? Tiene que estar muy harto de estar ahí dentro.

Y así fue. Un perro educadísimo y feliz de salir con ellos.

Esta tarde ella ha sacado al perro a pasear; este, cuando la ve, se entusiasma, agita el rabo como si fuese un ventilador mientras que no consiguen abrir la dichosa cancela para que salga. Luego ella coge un palo grande a modo de bastón y con él le indica el camino y siempre el perro le hace caso. Ante un cruce de caminos se para y queda mirando a ver por dónde tiene que ir. Si se le ocurre adelantarse, cosa que siempre hace, basta con un silbido y vuelve rápido. Si ella va con una amiga que hace ademán de ir por otro lado la va a buscar. Cuando encuentra un prado grande disfruta corriendo, bebiéndose los vientos, ofreciendo una estampa perfecta en su carrera. En fin, un animal bellísimo, dócil, inteligente, educado, obediente y sobre todo feliz.

Él , mientras que ella y su perro dan el paseo, se dedica a podar los árboles, preparar la tierra para la plantación, y todo lo que se hace en esta época del año. Quizá no lleguen a cazar nunca, pero, si fuese así, no dejaría de ser una belleza que ambos disfrutan.

Ella acaba de enterarse de que es un setter inglés, que necesita salir a pasear, que no puede estar quieto encerrado en una perrera, que le encantan los niños y es amistoso con los otros perros, que necesita compañía, y que es un buen perro de caza para pluma.Todo lo comprendió nada más verlo. Se llama Don y es todo un caballero.

2 comentarios: